Es domingo de resurrección, ese ultimo día de la llamada Semana Santa, esa donde se supone que un tal Jesucristo Redentor, muere por todo el mundo y estamos salvados sino estaríamos todos quizás donde y quizás como, la verdad pocos son concientes de esto a los 9 años, porque además existe esa extraña tradición del conejo de pascua que pone, hace o trae huevos de chocolate, el hecho de que sean de chocolate , sean gratis y aparezcan como callampas en los patios de las casas ese domingo era algo mas importante que cualquier acto de altruismo de un hippie bondadoso hace miles de años. Daba lo mismo cualquier cuestionamiento lógico frente al tema, además de que esos cuestionamientos a los 9 años no existen más bien, lo extraño del asunto es que yo, teniendo 9 años y hasta aquel fin de semana (sacando cuentas año 91) no tenia idea del conejo y sus huevos de cacao, jamás había oído visto o escuchado de que los niños debían buscarlos porque el tal orejón había pasado la noche anterior, iba en colegio católico desde Kinder y hasta recuerdo haber pintado el típico conejo de libro de parvularia , pero no tenia idea del tema, obviamente en mi familia ni se hablaba del asunto, el único comentario de ese fin de semana era que la televisión era una mierda porque daban todos los años lo mismo. Llego el esperado día, todos hablaban de los chocolates y cuantos habían encontrado. Para mi alivio no era el único desamparado de chocolates y padres religiosos o consumistas (como se quiera ver) , mi amiga de aquellos días , también no había encontrado ninguno, para nosotros la idea del conejo era ya estupida, y lo de comer chocolate tampoco eran tan maravilloso , era simplemente el hecho de salir a buscar los malditos huevos y pasarlo bien un rato, no recuerdo en que momento ni como se nos ocurrió , pero juntamos los pocos pesos que teníamos , fuimos al almacén del pasaje y compramos la bolsa mas grade de suflés Frito-Crac, costaba 100 pesos, era de esos dulces y con nuestra bolsa nos fuimos al patio de mi casa, sacamos hojas de algún cuaderno (de matemáticas lo mas probable) e hicimos pelotas de papel con suflés adentro , así que uno de nosotros iba y los escondía mientras el otro no miraba, así a cada uno le toco buscar sus “huevos de cuaderno rellenos de soufles” . Lo hicimos más de una vez porque el hecho de buscar y encontrar era lo más divertido que se podía hacer aquel domingo. Después cada uno comió sus “huevos” y si alguien nos preguntaba cuantos habíamos encontrado, decíamos que muchos.
a Mari.